Lecciones de Baku
La cumbre climática de 2024 en Bakú (Azerbaiyán), puso de manifiesto lo lejos que estamos todavía de alinear los compromisos financieros con la realidad climática. Uno de los principales resultados fue el establecimiento de un objetivo de financiación climática nuevo. Los países desarrollados se comprometieron a aportar 300.000 millones de dólares anuales hasta 2035, para ayudar a las naciones en desarrollo en la transición hacia energías sostenibles y su adaptación a los impactos del cambio climático. Es importante destacar que ese objetivo está orientado tanto a medidas de mitigación como de adaptación. Fue un paso importante, aunque todavía insuficiente. Tanto la comunidad científica como la sociedad civil han solicitado al menos 1,3 billones de dólares al año para cubrir las necesidades reales. A esto se suma la decepción de que gran parte de lo prometido se gestiona a través de préstamos, lo que supone una carga añadida para países que ya luchan contra la deuda.
El ‘fondo de pérdidas y daños’, aunque reconocido, no quedó integrado de manera firme en ese objetivo de financiación climática nuevo. Sin esto no existe una obligación exigible de ayudar a las naciones más afectadas por el clima a hacer frente a los impactos climáticos que ya no pueden evitarse ni adaptarse.
Aunque la COP29 solo logró avances limitados, los desarrollos en los mercados de carbono y los compromisos nacionales de países como Reino Unido, Indonesia, Brasil y México ofrecen una base sobre la que la COP30 puede construir.
Qué debe pasar en Belém
En la COP30 el mundo tiene la oportunidad de demostrar un compromiso con avances medibles. Brasil, como país anfitrión que presidirá las negociaciones, ha identificado esta COP30 como la “COP de la implementación”. Por lo tanto, hay varias decisiones clave sobre la mesa.
Belém debería ser un momento clave para aumentar la ambición en la reducción de emisiones, con un enfoque específico en las contribuciones nacionales determinadas (NDC) que establecen los objetivos de reducción de emisiones para 2035. Se espera que los países presenten estos objetivos, junto con revisiones de los avances hacia sus metas para 2030. Las primeras evaluaciones muestran que los planes actuales todavía no son suficientes para cumplir el objetivo de 1,5°C del Acuerdo de París.
Igual de relevante es la adaptación. Se celebrarán más debates sobre el Objetivo Global de Adaptación (GGA)para transformar los compromisos generales en resultados claros y medibles. Durante la última década los eventos meteorológicos extremos han costado a la economía global más de 2 billones de dólares, y son las personas más vulnerables quienes soportan la mayor carga. Junto a la adaptación, la agenda de pérdidas y daños debe avanzar para garantizar el apoyo a quienes ya sufren daños irreversibles.
La integración más profunda de la naturaleza en las negociaciones climáticas de este año es especialmente relevante para Triodos Bank. En los últimos años ha habido un impulso creciente para coordinar más estrechamente los tres convenios de Río (la CMNUCC sobre clima, el CDB sobre biodiversidad y la CNULD sobre desertificación). Un enfoque coordinado evitaría tratar sistemas interconectados como cuestiones separadas y permitiría aprovechar oportunidades para una elaboración de políticas más integrada.
Por lo tanto, la cumbre de este año representa un momento de ambición renovada. El sector financiero desempeñará un papel fundamental para convertir en realidad esa ambición. Redirigir los flujos de capital globales hacia las energías renovables y las infraestructuras resilientes es esencial para alcanzar los objetivos de mitigación y los de adaptación.
Una salida genuina de los combustibles fósiles
La influencia de la industria de los combustibles fósiles es aún un obstáculo importante para unas negociaciones climáticas exitosas. El año pasado, al menos 1.770 lobistas de combustibles fósiles estuvieron presentes en las conversaciones de Bakú y socavaron los compromisos y suavizaron el lenguaje sobre la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. Conviene recordar que 2023 pareció marcar un punto de inflexión, con el texto final de la COP28, que afirmaba la necesidad de “transitar” fuera de los combustibles fósiles. Tan solo un año después, la falta de avances en la COP29 en este asunto llevó a acusaciones de “retroceso”. Sin embargo, hablar de limitar los gases de efecto invernadero sin llegar a acuerdos sobre sus causantes principales es como intentar secar el agua mientras el grifo sigue abierto.
En ese sentido, es esperanzador el impulso del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles (FFNPT), un proceso que se desarrolla en paralelo al proceso oficial de la ONU sobre el clima. Desde hace años Triodos Bank defiende con firmeza esta iniciativa internacional en auge que reclama una eliminación global y coordinada del carbón, el petróleo y el gas. Un avance reciente e importante para el tratado ha sido el anuncio de la celebración de la primera Conferencia Internacional para la Eliminación de los Combustibles Fósiles en 2026 en Colombia, primer país del mundo que acogerá un diálogo global de este tipo bajo el paraguas del FFNPT. Su liderazgo demuestra cómo una nación productora de combustibles fósiles puede reconocer la necesidad de una transición gestionada y justa lejos de la extracción.
El papel del Sistema financiero
Triodos Bank no subestima la influencia significativa del sector financiero global para asegurar tanto el éxito de la COP como el de la transición climática. Muchas instituciones destacan sus inversiones en energías renovables como prueba de sus estrategias de sostenibilidad, mientras que a la vez se contradicen y financian a gran escala proyectos de petróleo, gas y carbón. Continuar con la financiación de las industrias que provocan la alteración del clima aumenta el riesgo sistémico.
Los hallazgos del informe State of the Banking Transition 2025 del TPI Centre subrayan aún más esa necesidad de lograr avances genuinos. De los 36 principales bancos globales evaluados, la mayoría mostró un desempeño especialmente débil en su estrategia de descarbonización. Gran parte de las entidades han fijado objetivos sectoriales a corto plazo, pero solo un tercio de sus hojas de ruta están alineadas con los objetivos de 1,5°C o por debajo de 2°C, y la cobertura más allá de 2030 o en sectores de altas emisiones todavía es limitada.
El reciente colapso de la ambición en la Net-Zero Banking Alliance pone de manifiesto la urgencia de alinear las carteras de préstamos e inversiones con el escenario de calentamiento global de 1,5 grados centígrados. Triodos Bank considera que nuestro sector debe poner fin a lla contradicción que supone financiar combustibles fósiles y energías renovables al mismo tiempo. Mientras algunas alianzas pierden impulso, la iniciativa Science Based Targets (SBTi) aún es un marco creíble y basado en la ciencia al que el sector todavía puede alinearse para garantizar avances reales hacia el 1,5°C. Dentro de nuestras alianzas con la Global Alliance for Banking on Values (GABV) y la iniciativa del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles seguiremos en la defensa de un sistema financiero que apoye la transformación real y no solo cambios incrementales.
A medida que el mundo dirige su atención a Belém, observaremos de cerca si los compromisos se traducen en acciones y compartiremos más perspectivas a medida que se desarrolle ese acontecimiento crítico para el clima.

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