Cerveses Lluna ha ido más allá con la recomendación de “consumir de forma responsable” que se puede leer en las etiquetas de bebidas alcohólicas. Esta marca elabora seis modalidades diferentes de cervezas ecológicas. Quien se bebe una Lluna Negra, una Lluna de Blat o cualquiera de las otras cuatro variantes, ejerce su derecho a un consumo responsable para sí mismo, para su entorno y para el planeta que habita.

El sello ecológico que certifica el caracter ecológico de las cervezas Lluna tiene en cuenta los criterios que se han seguido en el cultivo de los cereales que se utilizan, cebada y trigo, pero también la labor de malteado. “Para maltear el cereal primero hay que dejarlo germinar. La malta que utilizamos se ha obtenido sin usar herbicidas ni conservantes“, aclara María Vicente, una de las impulsoras de esta iniciativa. El lúpulo, otro de los ingredientes básicos de la cerveza, también ha sido producido sin usar productos químicos.

En 2007, María Vicente y David Seguí se plantearon iniciar un proyecto “amplio, basado en la transformación agroalimentaria de forma artesanal”, recuerda la promotora. Ambos habían realizado un máster de enología, lo que le daba cierta ventaja al vino como producto más relevante. “Empezamos por el vino, pero la cerveza pronto adquirió protagonismo: en aquella época había poca oferta de cervezas ecológicas y menos aún de artesanales con esta particularidad”. Su oportunidad en el mercado le hizo ganar la batalla.

De catadores a cooperativistas

Cerveses Lluna, que trabaja con banca ética, opera como una cooperativa a la que se unió buena parte de su veintena de socios tras participar en las catas de las primeras cervezas que salieron de sus tanques.

Los principios de los dos responsables de la empresa forman parte de la cooperativa casi como si fueran un asociado más. “Elegimos la vía ecológica y la forma cooperativista por principios. Nuestro proyecto tenía que ser respetuoso con el medio ambiente y coherente con nuestra idea de sociedad”, apunta María Vicente con énfasis.

María Vicente
María Vicente y David Seguí.

Esta forma de ver la vida en común se refleja en su próximo proyecto, una casa de la cerveza ubicada en una antigua nave industrial rehabilitada en Alcoy (Valencia), que cuenta con financiación deTriodos Bank. El lugar incluirá una sala de catas, itinerarios para visitas y un espacio multiusos donde se organizarán talleres y cursos: “Nuestra intención es poner en marcha un espacio en el que fomentar el mundo de la cerveza ecológica, pero también la cultura, el arte y una forma de vida más ecológica”.

Las instalaciones también incorporarán nuevos equipamientos con los que Cerveses Lluna incrementará la producción, algo que se hace necesario en vista de la respuesta de los consumidores. “Afortunadamente cada día hay más conciencia ecológica, que se une a una cultura cervecera en auge. Contamos con distribuidores especializados en el sector y con una presencia creciente en el área de la restauración. Aunque es una tarea complicada que requiere de mucha pedagogía en aspectos como, por destacar uno, la diferencia de precios respecto a la cerveza convencional”, aclara María.

Una cerveza ecológica para cada momento

Y si el hecho de poder disfrutar de una buena cerveza ecológica y artesana no es suficiente, pedagógicamente hablando, los profesionales de la firma proponen disfrutar de 6 cervezas diferentes que, aseguran, “les apasiona elaborar”. De trigo, tostada tipo brown ale, negra alemana, de cereza o las Happy Flower o Happy Trip son sus opciones fabricadas, por ejemplo, para saborear a la luz de la luna.

Los fundadores de Cerveses Lluna conocieron Triodos Bank en una de las charlas éticas en las que participa la entidad y fortalecieron la relación en una de las ediciones de Biocultura. María Vicente y David Seguí han estado presentes de nuevo en el encuentro que acaba de finalizar en Madrid. Un año más, Triodos Bank también ha acudido a la cita.