Jesús Manzano, socio de Ecocolmena y director de la Fundación Amigos de las Abejas, es apicultor ecológico y cliente de Triodos Bank. Aquí comparte su experiencia como impulsor de Apadrina una colmena, cuyos 150 padrinos obtienen su propia miel y ayudan a proteger la naturaleza de forma divertida.

En estos días termina la campaña 2014 para Ecocolmena y para la mayoría de los apicultores. La recompensa en la apicultura es el trabajo artesano ligado al ecosistema rural, la elaboración de un alimento saludable de altísima calidad y el contacto con el consumidor.

No en vano el 11% de la miel la adquiere el consumidor directamente del pequeño productor, y un 29% de cooperativas cercanas. La relación directa entre consumidor y productor local alcanza en la apicultura el 40% de la cuota de un mercado cada vez más globalizado y despersonalizado; síntoma de que los apicultores son un sector primario que hay que estimular y proteger.

Trabajando con pequeñas campesinas

Sé que la historia de la apicultura no guarda referencias a productores millonarios ni se conocen en ella casos de inversiones de fondos especulativos. De hecho, el futuro para los apicultores es sombrío: declive en la población de abejas, agricultura industrial, estrés productivo frente a un crecimiento imparable de la demanda de cultivos a polinizar.

Ecocolmena Fiesta
Dando a conocer el oficio de la apicultura

Contamos, eso sí, con el abnegado trabajo de las abejas. Cosechar 1kg de miel supone el esfuerzo de 2.500 abejas que vuelan 180.000 kilómetros recogiendo el néctar de 4,5 millones de flores en un radio de tan sólo 3 kilómetros. Su labor de polinización asegura la reproducción de dos tercios de las plantas terrestres y dos terceras partes de los vegetales que llegan a nuestras mesas.

Tal es su papel, que nuestras humildes campesinas a llamativas franjas de color son bio-indicadores que nos alertan sobre la salud del planeta.

No obstante, la importación de especies invasivas y el modelo de agricultura industrializada las han convertido en animales farmacodependientes. Son abejas con 100 millones de años de evolución en la Tierra y supervivientes a 5 extinciones masivas que hemos convertido en sensibles a los plaguicidas, hambrientas frente a enormes monocultivos que carecen de diversidades florales, y debilitadas ante patógenos que antes no las diezmaban.

Actuando: padrinos que elaboran su propia miel

Fue este escenario de riesgo el que me animó a trabajar como apicultor, pues de nada sirve el activismo que trato de practicar cuando no va acompañado de conocimiento y pasión. En Escopete (Guadalajara) no hay osos polares o ballenas, ni tan siquiera orangutanes saqueados de sus bosques. La Alcarria es un territorio sobrio, de sequias estivales y duros inviernos, de pueblos despoblados y micro-economía rural.

“Una espina de experiencia vale más que un bosque de advertencias”, decía James Russell Lowell. Con esa premisa he movido decenas de toneladas de peso, soportado el sol abrasador cubierto de equipo protector y registrado una marca personal (que no espero volver a batir) de 8 picaduras en 3 segundos. Pero para un activista social y ambiental como yo no hay mejor escuela que el colmenar, donde se descubre, de primera mano, qué amenazas sufren las abejas y quiénes están detrás de ellas.

Visita Sedal
Aprendices de apicultor

Junto a Mar Balsalobre fundé la plataforma ecocolmena.com y el proyecto #Apadrina1Colmena con la intención de conectar a los consumidores con los apicultores más cercanos, compartiendo entre ambos los riesgos y los beneficios de la actividad.

Los apicultores de Ecocolmena se enmarcan en la Agricultura de Responsabilidad Compartida, o como mejor se entiende: Apicultura Soportada por la Comunidad. Por eso solemos repetimos: “No vendemos miel, queremos que el consumidor ayude a las abejas a elaborarla”.

Todas nuestras colmenas tienen una madrina/padrino
que aporta una cuota anual a cambio de una parte del excedente de miel que nos dejan las abejas. Pero no es un intercambio de miel por dinero, pues las madrinas y padrinos visitan sus colmenas vestidos de apicultores, reciben formación sobre el maravilloso mundo de las abejas y colaboran, junto al anfitrión, en las tareas de campo. En Ecocolmena, consumidores y pequeños productores participan activamente en una comunidad que se implica en la protección de a todos los polinizadores.

Este año nos han apoyado con 153 apadrinamientos y acumulamos la experiencia de recibir a más de 200 personas desde la puesta de las primeras colmenas en 2013. Dos centenas de convivencias y complicidades unidas por un objetivo común: proteger a las abejas, el ecosistema, sostener un trabajo artesanal y revitalizar el desarrollo rural.

Los retos del apicultor ecológico

Dicen por ahí que la apicultura es un refugio para el desempleo, una actividad que requiere poca inversión económica. Lo cual solo es cierto cuando la pretensión es el autoconsumo familiar con 6 colmenas. Emprender (o auto emplearse) en la apicultura requiere de una compleja y larga capacitación profesional, con una inversión en medios productivos (colmenas de madera, abejas, cera y medicamentos) que sobrepasa los 60.000 euros para medio millar de colmenas, a los que hay que sumar las inversiones en inmuebles (taller y centro de envasado), maquinaria y vehículo.

A partir de 500 colmenas sostienes esta actividad. Con 1.000 generas empleo por cuenta ajena, con un flujo de caja negativo durante los tres primeros años, amortización variable entre 3-5 años y un retorno de la inversión entre el 30 y el 50 %.

Y como el mundo anda al revés, mientras quienes envenenan el campo con agrotóxicos y fertilizantes sintéticos no pagan nada, la producción ecológica de la miel te exige certificar todos los cultivos que existan en un radio de 3 kilómetros. Sí, has oído bien, aunque el apicultor no tiene una plantación de tomates o un cultivo de media hectárea de naranjas has de sufragar costes de miles de euros para certificar en producción ecológica los cultivos de tus vecinos, pues tus abejas no son vacas que pastan dentro de un vallado controlado.

La rentabilidad de la apicultura varía de acuerdo a las condiciones ambientales y del mercado, como es de esperar en la mayoría de las actividades agropecuarias. Épocas de buena rentabilidad son sustituidas por otras que son negativas, pues el rendimiento depende de cuestiones climáticas, la vivacidad floral y la depredación del medio natural que causan los agrotóxicos. También afecta que no se sepa diferenciar en la compras entre la miel natural y la pasteurizada de los lineales de las grandes superficie.

Ser apicultor y no morir en el intento. O cómo cuidar a las abejas (y otros polinizadores) para cuidar también del futuro del ser humano… haciendo caso a Einstein, que unía su suerte a la nuestra.