¿Qué es la contaminación lumínica?
Hace tan solo unas décadas por las noches no había ni una sola luz encendida. Hoy en día, casi mires donde mires, hay luz . Desde las farolas de las calles hasta los letreros luminosos. Esta luminosidad artificial omnipresente se llama contaminación lumínica, un término que hace referencia no solo a la iluminación excesiva, sino también a la mal dirigidaen esas horas del día. Y tiene consecuencias graves para nuestra salud, para la fauna y para e los ecosistemas.
La contaminación lumínica tiene varias modalidades. Por un lado, la llamada luz celeste, es decir, la luz que se irradia involuntariamente hacia arriba y eclipsa el cielo, a la que se le suman los deslumbramientos causados por fuentes de luz intensas ―luces de seguridad que emiten en todas direcciones―, así como los cambios de color provocados por las pantallas LED, cuya luz azulada supone un uso intensivo de energía y puede influir en los procesos biológicos.
El efecto de la luz nocturna en los animales
Las aves migratorias, que se orientan por la noche gracias al cielo y las estrellas, se desvían de sus rutas por la luz artificial, y llagan a desorientarse e incluso a colisionar con los edificios. Otros animales, como los murciélagos, los búhos y muchos insectos nocturnos evitan las zonas iluminadas, lo que limita sus zonas de caza y los expulsa de sus hábitats naturales.

Una de las peores consecuencias de la contaminación lumínica es la muerte de los insectos, porque las fuentes de luz artificial actúan como un imán para muchas especies. Giran alrededor de las luces durante horas, se agotan, se convierten en presas fáciles o simplemente mueren por sobrecalentamiento. La pérdida de insectos también afecta a sus depredadores y a las plantas que dependen de su polinización.
El mundo submarino tampoco se libra de la contaminación lumínica. En las regiones costeras, por ejemplo, las fuentes de luz artificial afectan a las tortugas marinas, que ponen huevos por la noche. Una vez nacen, las crías no encuentran el camino al mar por la confusión que les produce la luz, lo que reduce drásticamente las poblaciones de esas especies. También se produce un desequilibrio en los ecosistemas marinos porque dependen de la oscuridad natural.
El ritmo natural de las plantas
También las plantas y los organismos del suelo reaccionan negativamente a la contaminación lumínica. Al no existir periodos evidentes de oscuridad, los de floración, las fases de crecimiento y la transición al período de reposo de las plantas se ven afectados. En las zonas verdes urbanas, por ejemplo, los árboles tardan más tiempo en perder sus hojas. Los microorganismos del suelo tratan de adaptarse a los cambios de luz y eso afecta a toda la estructura de nutrientes y a su equilibrio.
Luces apagadas, naturaleza encendidaLa iluminación artificial se ha extendido de forma silenciosa y constante durante décadas, lo que genera un impacto grave en las personas, los animales y el medioambiente. Pero hay esperanza, en todo el mundo surgen proyectos interesantes dedicados a la protección de la oscuridad natural. Desde áreas protegidas hasta iluminación urbana inteligente, e incluso proyectos de investigación urbana y labores de sensibilización. La lucha contra la contaminación lumínica es muy diversa, creativa y cada vez más eficaz.
Una luz nueva para las ciudades
En las zonas urbanas existe una conciencia cada vez mayor sobre las consecuencias del exceso de iluminación. Ciudades como Viena, Múnich o Estocolmo apuestan cada vez más por sistemas de iluminación inteligentes, con farolas que bajan de intensidad, se resguardan de forma selectiva o se apagan por completo durante la noche. Además, se emplea una luz blanca cálida e inferior a 2.700 grados kelvin, con un efecto biológico menos perturbador que el espectro azulado de los LED convencionales.
Actualmente se lleva a cabo un proyecto ejemplar en Offenbach (Hesse), ciudad alemana en la que el ayuntamiento pone a prueba un alumbrado público nuevo con lámparas LED controladas por movimiento que solo se encienden cuando alguien se acerca. Los conos de luz solo iluminan el espectro necesario, es decir, los caminos, y no las copas de los árboles. En Fulda, otra ciudad alemana en la que se encuentra el espacio protegido de Rhön, se ha integrado un sistema de protección lumínica en la planificación urbana. Se han sustituido los tubos fluorescentes por sistemas controlables de forma inteligente y las vallas publicitarias se atenúan por la noche.
De este modo no solo se ahorra energía, sino que se protege a los animales nocturnos y se reducen los trastornos del sueño de quienes residen allí. Al combinar innovación técnica, conservación de la naturaleza y eficiencia energética se generan soluciones que benefician tanto a las personas como al resto de seres vivos..
Algunas universidades también centran sus investigaciones en los ámbitos de la ecología animal, la fisiología ambiental y la tecnología lumínica. Sin embargo, aún son muy escasos los proyectos de este tipo a disposición del público y sus efectos concretos en los animales y los insectos apenas se han documentado de forma oficial.
La investigación se une a la práctica
Los impulsos de la ciencia son esenciales. En la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia y en el Centro Aeroespacial Alemán (DLR) se investiga cómo los colores de la luz influyen en el ritmo circadiano, es decir, el reloj interno de las personas y los animales. En particular, se ha demostrado que la luz LED azul activa los sistemas biológicos, con posibles consecuencias para el equilibrio hormonal, la calidad del sueño y la salud.
Asimismo, se realizan estudios de campo con trampas para insectos y con sistemas de seguimiento de aves y murciélagos para ver en qué medida influye la luz en el comportamiento de los animales. Los resultados se incorporan posteriormente a las recomendaciones de actuación para las administraciones públicas, las áreas protegidas y los equipos de diseño de iluminación. Este mecanismo de investigación interdisciplinar reúne a profesionales de la biología, la tecnología medioambiental y el desarrollo urbano.
Murciélagos e iluminación artificial
Los murciélagos son mamíferos nocturnos que se han evolucionado durante millones de años para adaptarse a la vida en la oscuridad. Utilizan la ecolocalización para orientarse por la noche y encontrar alimento. Algunas especies autóctonas se aprovechan de los insectos que se posan en las farolas y otras son demasiado sensibles a la luz artificial y no pueden cazar en esas circunstancias.
El Instituto Leibniz de Investigación Zoológica y de Vida Silvestre (IZW) de Berlín estudia cómo reaccionan los murciélagos ante la luz artificial nocturna en el ámbito individual, poblacional y paisajístico. Para ello se estudian en contextos diferentes , como cuando salen de sus lugares de descanso, cuando cazan o cuando se desplazan.
Los conocimientos relevantes para su conservación se transmiten a grupos de interés específicos y al público en general a través de talleres, conferencias y guías.
Investigación ciudadana
Desde 2022 un proyecto de ciencia ciudadana impulsado por la Fundación Alemana para la Fauna Silvestre, en colaboración con el Instituto Leibniz de Investigación Zoológica y de Fauna Silvestre (IZW), investiga los efectos de la iluminación urbana en las polillas y otros insectos. El personal voluntario se dedica a contar los insectos, a documentar las condiciones de iluminación y a proporcionar los datos sobre la densidad de población existente en las ciudades. El objetivo es sacar conclusiones sobre la relación entre la intensidad de la luz y la biodiversidad, y desarrollar recomendaciones para definir estrategias de iluminación ecológica en las ciudades.La ciudadanía se convierte así en el equipo de investigación, y ciudades como Hamburgo y Berlín han sido las primeras en servir de modelo para impulsar la ecología lumínica.
Sin conocimiento no hay cambio
La sensibilización pública es un elemento clave para la lucha contra la contaminación lumínica. Por ejemplo, cada año, la campaña «La Hora del Planeta» nos invita a que debemos apagar las luces durante una hora como símbolo de la protección del clima y la naturaleza. En más de 190 países se apagan las luces durante una hora englesias, ayuntamientos y monumentos emblemáticos como la Puerta de Brandeburgo o la Torre Eiffel se quedan a oscuras. La «Hora del Planeta», organizada por WWF, es un mensaje poderoso a favor de la protección del clima, y también un momento para reflexionar sobre la luz como recurso.
En muchas ciudades y municipios las asociaciones ecologistas aprovechan la campaña para llamar la atención sobre la contaminación lumínica con paseos nocturnos, conferencias y actividades para promover la biodiversidad por la noche. Crear conciencia es el primer paso para adoptar un cambio y, de este modo, la oscuridad se convierte en un valor visible.
Las universidades populares, los observatorios astronómicos y los grupos ecologistas también apuestan por la divulgación creativa. Por ejemplo, en las excursiones nocturnas en los parques Dark Sky, quienes participan pueden observar el cielo y las estrellas con telescopios, observar animales nocturnos o conocer la importancia de la oscuridad para la conservación de ecosistemas funcionales.
¿Hacia dónde nos dirigimos?
La reconquista de la oscuridad no es un fenómeno que se consigue de la noche a la mañana, pero es un proceso que ya ha comenzado. Ahora se necesitan impulsos concretos. Necesitamos investigaciones interdisciplinares más intensas, sobre todo en la interacción entre la tecnología de la iluminación y la biología. Los proyectos piloto universitarios deben recibir el apoyo necesario para probar formas nuevas de utilizar la luz artificial. Asimismo, si se estrechan los vínculos entre la ciencia ciudadana y la investigación académica, se pueden conseguir conocimientos valiosos.
Pero, sobre todo, es necesaria la voluntad política para considerar la oscuridad como un recurso que merece ser protegido y actuar en consecuencia.
*Estudio: EM, David Fernandes, AS, Stewart, AJ, & Niven, JE (2023). Artificial light impairs local attraction to females in male glow-worms. Journal of Experimental Biology , 226 (11), jeb245760.. Enlace: https://journals.biologists.com/jeb/article/226/11/jeb245760/313487



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