El sector de las energías renovables en España continúa batiendo récords. En 2024, el 56,8 % de la electricidad generada en el país procedió de fuentes renovables, con su origen en recursos como el viento, el sol o el agua. Son cifras muy positivas, pero ese crecimiento debe ir acompañado de una infraestructura clave para que la transición energética funcione: el almacenamiento de energía. Sin sistemas adecuados, una parte considerable de la energía renovable generada puede desperdiciarse. De momento, aunque las pérdidas específicas por saturación de red en el ámbito doméstico aún no se han detallado públicamente para todas las comunidades autónomas, el reciente informe de Red Eléctrica de España indica que el aumento de capacidades de almacenamiento y curtailment es ya una prioridad para evitar esos desequilibrios.
Según indica la Agencia Internacional de la Energía, el almacenamiento de energía es esencial para el éxito de la transición energética porque, cuanta más energía sostenible generamos, más importante es su almacenamiento. Obviamente, es preferible hacerlo lo más cerca posible de la fuente, esto es, donde se genera la energía. Por ejemplo, en los parques eólicos, pero también en los hogares. Entonces, ¿son las baterías domésticas (parte de) la solución?
Clave para la transición energética
Una batería doméstica es capaz de almacenar electricidad temporalmente. Esto permite a los hogares utilizar la energía generada (a menudo por los paneles solares del tejado) en otro momento. Por ejemplo, por la noche, cuando los paneles solares no están generando energía. O cuando el precio de la electricidad es más elevado. De este modo, los hogares dependen en menor medida de la red eléctrica (lo cual tiene ventajas) y aprovechan al máximo los paneles solares instalados en sus tejados. Además, de este modo se aporta un cierto alivio a la red eléctrica, dado que la energía solar que generan los hogares no termina en la red. Se trata de un avance positivo porque la congestión de la red (esto es, los atascos que se producen en la red eléctrica) son un problema cada vez más frecuente.
Tanto los pequeños como los grandes actores (como Tesla, BYD y Sonnen ) ya han lanzado baterías domésticas al mercado y los precios van bajando poco a poco. En algunos países, los gobiernos también conceden subvenciones para hacer más atractiva su adquisición. Sin embargo, en los Países Bajos no hay subvenciones y la inversión inicial (y, por tanto, también el periodo de amortización) siguen siendo bastante elevados.
Según un estudio de la Universidad de Twente, las baterías domésticas en los hogares (siempre que se gestionen correctamente) pueden constituir un mecanismo eficiente para almacenar las energías renovables. Más eficiente, por ejemplo, que la colocación centralizada de baterías de almacenamiento en instalaciones municipales o centros de transformación. Esto se debe en parte a que las baterías domésticas están situadas cerca de la fuente de energía (es decir, los paneles solares del tejado), lo que limita las pérdidas durante el transporte.
El almacenamiento de energía es esencial para el éxito de la transición energética. Y las baterías domésticas son, por tanto, una opción eficaz para lograrlo. Por tanto, tendría sentido que Triodos Bank apoyara esta tecnología, ¿no? Sí, pero la tecnología de las baterías también lleva asociada una serie de desventajas importantes que no debemos ignorar.
Daños medioambientales y contaminación
Las baterías se fabrican fundamentalmente con materias primas escasas como el litio, el cobalto, el níquel y los metales de tierras raras. Para producir las baterías es necesario extraer estas materias primas, lo que puede resultar problemático en muchos casos. Por ejemplo, se liberan 15 toneladas de CO2 por cada tonelada de litio producida, lo que equivale a conducir un coche diésel durante unos 90.000 kilómetros. Este dato es preocupante, sobre todo porque la demanda de esta materia prima aumentará a medida que crezca la demanda de baterías. Esto llevará a una extracción cada vez más intensiva, probablemente también en emplazamientos nuevos que conllevan un riesgo mayor. Y eso puede tener consecuencias negativas para los ecosistemas naturales.
El procesamiento de estas materias primas y la propia producción de las baterías también requieren mucha energía. A menudo, estos procesos siguen dependiendo de los combustibles fósiles, por lo que se generan emisiones contaminantes. En cualquier caso, conviene hacer una matización: incluso las baterías más contaminantes producen menos emisiones de CO2 que las alternativas basadas en combustibles fósiles. Un coche eléctrico, por ejemplo, produce considerablemente menos emisiones de CO2 durante su vida útil que su “homólogo fósil”. Pero la tecnología de las baterías no es, desde luego, completamente limpia.
Bajos índices de reciclado
Además, también existen problemas al final de la vida útil de las baterías. Los porcentajes de reciclaje siguen siendo demasiado bajos y el tratamiento inadecuado de las baterías retiradas puede contaminar el agua y el suelo. Afortunadamente, también hay buenas noticias: las baterías de iones de litio son, en principio, muy fáciles de reciclar. Además, materias primas como el litio, el cobalto y el níquel pueden recuperarse fácilmente y reutilizarse para nuevos fines. El éxito de las baterías de plomo-ácido demuestra lo que es posible en este campo. Actualmente, en Estados Unidos se reciclan el 99 % de estas baterías. En la UE, este porcentaje se sitúa cuando menos en el 65 %. Esto demuestra que una regulación estricta y la aplicación de incentivos económicos pueden marcar la diferencia a la hora de mejorar el reciclado y la reutilización de materiales.
En el caso de las baterías de iones de litio, las tasas de reciclado son mucho más bajas, pero se espera que aumenten con fuerza en los próximos años. A ello contribuirá, por ejemplo, el pasaporte digital de productos de la UE, que exige un seguimiento de los materiales y los componentes de las baterías a lo largo de su ciclo de vida.
Esclavitud moderna

Las baterías también plantean riesgos para los derechos humanos. Por ejemplo, existe una gran preocupación por la prevalencia de prácticas de trabajos forzados, de condiciones laborales inseguras e incluso de explotación infantil en diversas partes de la cadena de suministro de baterías. Por ejemplo, el 60 % del cobalto del mundo se extrae en la República Democrática del Congo (RDC). Las minas de cobalto de ese país suelen estar vinculadas con graves incumplimientos de los derechos humanos. Pero los problemas no se limitan a este país. Algunas investigaciones recientes muestran que, los esfuerzos para alcanzar los objetivos climáticos europeos (en los que la tecnología de las baterías desempeña un papel clave), podría impulsar a unos 89.000 mineros africanos a padecer prácticas de esclavitud moderna de aquí a 2040. Además, la cadena de suministro de baterías dista mucho de ser transparente, lo que dificulta su control.
Por tanto, existen un buen número de advertencias preocupantes. No obstante, Triodos Bank ha proporcionado recientemente financiación inicial para la adquisición de baterías domésticas (ver cuadro inferior) y también hemos financiado proyectos de baterías a mayor escala. ¿Cómo funcionan estos proyectos? Hemos establecido unas estrictas condiciones para la financiación de tecnologías de baterías.
Limitar los riesgos
Vayamos al grano: no existe una batería completamente sostenible —por cierto, esto es aplicable a cualquier tipo de batería—. Desde las baterías domésticas hasta las de los coches eléctricos, pasando por las de los smartphones, tablets o portátiles desde los que estáis leyendo este artículo. Pero la dura realidad es que las necesitamos para la transición energética. ¿Acepta Triodos Bank las desventajas anteriormente indicadas al financiar proyectos en este ámbito? No del todo. Aceptamos que no podemos excluir por completo estas desventajas por el momento, porque las cadenas de suministro son muy opacas. Pero podemos pulsar determinadas palancas para limitar estos riesgos en la medida de lo posible y en el futuro llegar incluso a excluir estas actividades por completo.
Por ejemplo, sabemos que los riesgos en el ámbito de los derechos humanos se producen principalmente con materias primas como el cobalto, el níquel y el manganeso. Por eso hemos dejado de financiar baterías que contengan estos componentes. En la actualidad existen excelentes alternativas, como las baterías LFP (litio-ferrofosfato). También sabemos que los mayores daños ecológicos se producen con la minería de alta mar y la minería de montaña. Por tanto, también las excluimos.
Mientras tanto, colaboramos estrechamente con los clientes y otros agentes de la cadena para fomentar y promover el desarrollo de nuevas tecnologías de baterías más sostenibles. Existen un buen número de avances interesantes en este campo, que permitirán reducir el consumo de energía, las emisiones de CO2 y la contaminación ambiental. Pensemos, por ejemplo, en la batería de iones de sodio. El sodio es un elemento que se encuentra en la sal de mesa…
Cadenas alternativas y más circularidad
Las nuevas tecnologías de baterías (como las baterías de iones de sodio) pueden hacer que el sector sea mucho más sostenible en el futuro. Pero también hay otras fórmulas. Por ejemplo, podemos limitar los riesgos negativos creando unas cadenas de suministro nuevas y más transparentes, en las que se apliquen normas estrictas. En la actualidad, muchas de las materias primas necesarias (y su transformación) se concentran en un número limitado de países. Esta dependencia de un número reducido de países no sólo supone un riesgo geopolítico, sino que además dificulta la influencia sobre el impacto social y medioambiental que generan estas materias primas. El desarrollo de unas nuevas cadenas de abastecimiento pueden resolver parte de este problema.
Otra importante vía de solución tiene que ver con la economía circular. Si centramos nuestros esfuerzos en la reutilización, reparación, reciclaje y recuperación de materias primas, a largo plazo se necesitarán menos minas para obtener materias primas nuevas. Así limitaremos los efectos negativos de las tecnologías de las baterías. Triodos Bank se compromete a impulsar estos esfuerzos de diversas maneras. Por ejemplo, fuimos el primer banco del mundo en unirnos a la coalición Right to Repair. Asimismo, invertimos en empresas que recuperan sus productos después de su uso para reutilizarlos y/o reciclarlos, como First Solar.
Encontrar el equilibrio adecuado
La tecnología de las baterías tiene muchas ventajas. Genera un uso más óptimo de la energía sostenible, acelera la transición energética, reduce la congestión de la red y, en última instancia, se traduce en una reducción significativa de las emisiones de CO2. Pero también tiene desventajas, desde la contaminación medioambiental hasta los riesgos en el ámbito de los derechos humanos. La única forma que tiene Triodos Bank de distanciarse completamente de estos riesgos es dejar de financiar estas tecnologías. Pero eso no conseguirá que los riesgos desaparezcan. Simplemente significará que ya no formaremos parte de la cadena y por tanto no podremos influir en ella. Es una pena, porque hay muchas posibilidades de hacer que la cadena de las baterías sea más sostenible, transparente y ética. Y queremos seguir trabajando duro para conseguirlo.
Minimizando los riesgos y apoyando las innovaciones sostenibles, la circularidad y las cadenas responsables, podemos aumentar el impacto positivo de las tecnología de las baterías y minimizar los riesgos. Por eso Triodos Bank sigue apoyando esta tecnología, aunque bajo estrictas condiciones y con vistas a un futuro más sostenible.

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