Casi como un automatismo, bajar el precio debería hacer subir la demanda de un producto, según la teoría clásica de la oferta y la demanda.

Pero quizá no sea tan sencillo. Hay muchas personas que quieren “actuar de manera acorde a los propios valores en todas las dimensiones de la vida, entre otras, el consumo”, como opina Leire Iriarte, impulsora de Consuma Consciencia.

Examinamos por qué un consumo responsable requiere no quedarse solo con el precio. Y si hace o no necesario gastar más.

Barato, caro… ¿para quién?

Los economistas asumen que el precio de venta al público no es sinónimo del coste real de un producto o un servicio. También entran en juego las "externalidades”, es decir, “cuando una persona o una empresa realiza actividades pero no asume todos los costes, traspasándolos a otros, posiblemente a la sociedad en general”.

Se aprecia, por ejemplo, en productos como la moda a bajo precio, que suele implicar salarios mínimos en la manufactura, con consecuencias sociales… o una inversión limitada en evitar la contaminación, con efectos que también recaen sobre las personas.

Consumo responsable vs. “gastar por gastar”

El incremento en las ventas de los productos de comercio justoininterrumpido durante la crisis económica, es una muestra del convencimiento social creciente sobre la necesidad de consumir con conciencia. En este tipo de productos, el consumidor asume la llamada prima de comercio justo, una fracción del precio destinada al desarrollo de iniciativas colectivas para mejorar el bienestar en las comunidades productoras.

Está calando, por lo tanto, la importancia de mirar algo más que el precio final en las etiquetas. Al mismo tiempo, de acuerdo con su definición habitual, el consumo responsable no tiene por qué elevar nuestros gastos totales.

Es consumo responsable, según la ONG Ecodes:

  • La elección de los productos no solo en base a su calidad y precio, sino también por su impacto ambiental y social.
  • Consumir menos, eligiendo consumir solo lo necesario, y estando atentos a cómo nos influye la publicidad.

Por lo tanto, el consumo responsable estaría alejado no solo de sacrificar el resto de valores a toda costa por el factor precio, sino también del consumismo y de su deriva a “gastar por gastar”, según la expresión común.

Consumo responsable de banca

Planteadas como una opción diferente a los bancos convencionales, las entidades bancarias que forman parte de la Alianza Global para una Banca con Valores (GABV) existen para “servir a las comunidades” en las que trabajan.

Por ello, basan su actividad en apoyar a empresas y organizaciones de “la economía real” con impacto positivo. También renuncian a las inversiones especulativas, independientemente de que pudieran ser más lucrativas.

Con esta misión y valor añadido social, miembros de la alianza como Triodos Bank con más de 600.000 clientes y de 1.000 empleados en Europa, ofrecen una opción de consumo responsable de banca a un perfil muy diverso de personas.

Por un coste total no superior a la media en el sector, el banco ofrece al cliente particular los productos más habituales. Además, el banco informa al cliente de adónde va su dinero y cuál es su impacto social. Igualmente, la entidad ofrece a las organizaciones que trabajan en los ámbitos social, cultural y medioambiental una oferta global atractiva de financiación y servicios de operativa, con un equipo especializado en los estos sectores.

En definitiva, como en casi todos los ámbitos, hay también bancos y profesionales bancarios que hacen posible opciones diferentes, que ponen a “las personas antes que el beneficio”, como defiende la GABV.

Opciones para la reflexión y la acción:

+ Descargarse la app gratuita Consumo Responsable Triodospara descubrir comercios con valores cerca de casa.

+ Conocer las Historias de la banca transparente, sobre los proyectos que financia el banco.

+ LeerEn guerra con el banco, ¿o en paz conmigo mismo?, por Sonia Felipe, de Triodos Bank