Llega la vuelta el cole y con ella se reabre el debate: ¿se debe permitir el móvil en las aulas? Los alumnos de Primaria y Secundaria de Francia han empezado el curso bajo la prohibición de utilizar sus teléfonos móviles en horario escolar. Sin embargo, en España esta práctica no está regulada y cada centro puede adoptar sus propias políticas.

Algunos educadores creen que las nuevas tecnologías, y en concreto los teléfonos móviles, pueden mejorar la participación de los estudiantes en las clases y el trabajo en equipo. En el Colegio Santa Apolonia, una escuela gallega trilingüe que ha contado con financiación de Triodos Bank, lo tienen claro: “El móvil bien usado puede ser una herramienta educativa igual que un libro de texto o de consulta”, afirma María Movilla, jefa de estudios de Formación Profesional del centro y coordinadora de las nuevas tecnologías. Eso sí, “exige la formación previa tanto del profesor como del alumno para que este último diferencie entre la parte lúdica y la educativa en el uso del aparato”.

En España, el 25% de los niños de 10 años tiene móvil. Entre aquellos de 15 años, esta cifra asciende al 94%, según datos recogidos en 2017 por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares.

El debate actual mantiene, principalmente, dos posturas abiertas. Por un lado, hay quienes denuncian que el uso de móviles en las clases fomenta la distracción, el aislamiento e incluso el acoso escolar. En Francia, el partido de Macron argumentó que los teléfonos pueden “provocar numerosas disfunciones incompatibles con la mejora del ambiente escolar” y que además reducen la actividad física y las interacciones sociales.

En centros como el Santa Apolonia ven el móvil de otra manera. Utilizan principalmente tabletas, aunque ocasionalmente permiten a los alumnos que cojan sus móviles para buscar información en internet o realizar pruebas interactivas con Kahoot, una herramienta que permite la creación de cuestionarios de evaluación, o Quizlet, que entrena a los estudiantes a través de tarjetas de aprendizaje y varios juegos y pruebas. “El avance de las nuevas tecnologías y su influencia cada vez mayor en la vida de los jóvenes implica que el cambio educativo sea algo inevitable. Por lo tanto, lejos de asustarnos, debemos emplear estos avances para construir un modelo educativo más adaptado a los alumnos de hoy en día”, sostiene Movilla.

Sin embargo, existen todo tipo de visiones y matices entre los educadores. En la opinión de Karin Smith, pedagoga en una escuela Waldorf de Ittigen, en Berna (Suiza), donde no se permite el uso de móviles, es importante que aprendamos a “ser capaces de centrar nuestra atención en lo que decidimos y no en lo que llega a nuestra bandeja de entrada, porque escoger nuestra propia reacción a cualquier situación tiene mucho que ver con el autocontrol y la fuerza de voluntad”. En este sentido, Pilar Atienza, pedagoga del instituto público Torre Vicens de Lleida, donde los alumnos tampoco pueden llevar móviles al centro educativo, explicaba recientemente que “el adolescente entiende el sí o el no, un punto intermedio es complicado”.

Por su parte, la UNESCO se muestra favorable al aprendizaje a través del móvil y cada año pone en marcha proyectos para “fomentar la alfabetización, apoyar a los docentes, empoderar a mujeres y niñas, y ensanchar las vías de aprendizaje para los refugiados y otros grupos humanos marginados”. En este sentido, y según defiende ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, los móviles son una buena alternativa para educar en valores: “A través de las aplicaciones móviles, a los estudiantes se les puede sensibilizar sobre la realidad de otros niños en el mundo”.

Las preguntas son varias. ¿Móvil sí, móvil no? ¿Cuándo deberían los menores empezar a utilizarlo? ¿Cómo se les enseña un uso responsable? Te animamos a continuar el debate, con tu opinión o experiencia, en los comentarios.

La banca ética y la educación

Financiando futuro

Triodos Bank basa su modelo de banca en financiar únicamente iniciativas de los sectores ambiental, social y cultural, lo que incluye iniciativas del sector educativo. Trabajamos con escuelas repartidas por todo el territorio nacional con una diversidad de enfoques docentes, que tienen en común la promoción no solo de la adquisición de conocimiento, sino también de la educación en valores.