Todo nació en 2013, con una iniciativa social para ayudar a mujeres sin hogar a través del teatro, y en 2020 lo han convertido en un documental con financiación de banca ética que nos enseña muchas cosas sobre la vida. En el camino, Carmen (directora) y María (productora ejecutiva) han ayudado a transformar su existencia a mujeres asediadas por la violencia de género y el sinhogarismo.

¿Cómo surgió vuestra forma de implicaros con las mujeres sin hogar? 

Carmen: En 2013 empecé a trabajar en un centro de día y conocí a una mujer cuya historia me impactó muchísimo. Me di cuenta de que quedarse sin hogar es de lo más duro que te puede pasar, y aún más para las mujeres, que somos mucho más vulnerables en esa situación.

Propuse a mi jefe crear un espacio que tratara el sinhogarismo con perspectiva de género. Decidí hacerlo desde el teatro, a partir de mi experiencia en arte dramático, unida a la que tengo en trabajo social. En muy poco tiempo vimos que funcionaba, cada semana venían más mujeres que se encontraban con un espacio en el que se sentían libres, seguras, no juzgadas… Un sitio donde sanar sus emociones.

Cuatro años después, en 2017, de las propias mujeres surgió la idea de hacer una película documental sobre la experiencia. Querían que su testimonio llegara más lejos, querían ser escuchadas.

La cultura no es lo que hacemos en el tiempo libre, sino lo que nos hace libres
Carmen Tamayo

María: Así empezó un largo proceso que ha concluido este 2020 con el estreno del documental. El rodaje tuvo lugar de enero a mayo de 2019. Aparte de incluir entrevistas y testimonios de las mujeres, tienen mucha importancia los paisajes. Grabamos en lugares muy bellos que potencian aún más sus historias: en la provincia de Cádiz, en Sevilla, en Sierra Nevada...

¿Qué acogida tiene el documental?

Carmen: De momento, y a causa de la pandemia, no lo hemos podido presentar en tantos sitios como nos hubiera gustado. Pero hemos estado ya presentes en dos festivales (en Tenerife y en Cádiz) y para nosotras ha sido un honor y una enorme alegría. Se agotaron las entradas muy pronto y hubo que poner más a la venta.

María: Además, Mujereando ha sido seleccionado para otros festivales españoles, como Málaga, Girona o Mallorca. En 2021 iremos también a una muestra en Grecia. Eso sí, todos se celebran en formato online y pueden llegar a mucha gente lejos, pero eso nos priva de vivir la cercanía con el público.

Carmen: Estamos deseando estrenarlo aquí cerca y que las protagonistas lo vean en una gran pantalla. Tenemos un sentimiento un poco agridulce.

¿Qué impacto ha tenido Mujereando en la vida de las 47 mujeres que han participado en un punto u otro del proyecto?

Carmen: A día de hoy, 29 han salido del sinhogarismo, es decir, tienen vidas normalizadas en sus hogares. En lo emocional todas han sanado heridas del pasado.

Por poner un ejemplo, una mujer alcohólica crónica desde los 12 años lleva ya más de dos años sin probar el alcohol. Ha hecho un cambio brutal, ha perdido la timidez y ya podría salir adelante ella sola, aunque todavía le faltan algunos recursos.

María: El teatro les ha ayudado en el aspecto emocional y como formación. Han mejorado sus habilidades comunicativas, son mujeres mucho más empoderadas y han adquirido herramientas útiles para sus vidas.

¿Qué aspectos se repiten en las historias de las protagonistas de Mujereando?

Carmen: Todas han sufrido violencia de género. Muchas están en la calle después de haber tenido que huir de sus casas. Y algunas también han sufrido violencia por parte de otras personas cuando vivían en la calle.

Por eso trabajamos la temática de la violencia como parte de la realidad. Entre los dramas más grandes que han vivido está la pérdida de sus hijos por estar en situación de desamparo.

No dejáis de crear en base a una necesidad social ¿Qué planes de futuro tenéis para el proyecto?

Carmen: Nuestro siguiente objetivo sería conseguir una casa donde estas mujeres puedan vivir. Nos imaginamos una casa-teatro de 2 plantas, con habitaciones para todas ellas en el piso de arriba y un espacio creativo abajo. No dejamos de soñar.

¿Ha sido difícil hacer el documental con protagonistas que no son actrices?

Carmen: Lo han hecho todas de maravilla. Para ellas ha sido fácil superar el vértigo que da la cámara porque los textos les nacen del alma. Lo más difícil ha sido modular los tiempos en el rodaje. Son mujeres dañadas y están débiles, así que no podíamos hacer largas jornadas. Las hemos cuidado mucho, en especial a algunas mujeres que, por ejemplo, estaban a la espera de intervenciones quirúrgicas derivadas de los malos tratos físicos recibidos.

María: También estaba la dificultad de localizarlas porque algunas todavía no tienen casa o teléfono. En definitiva, hemos tenido complicaciones derivadas de las vidas difíciles de las propias mujeres. 

Tienen tablas con las obras de teatro que hacen desde 2013, la gente se queda con la boca abierta. Son obras muy profesionales. Buscamos que el teatro las dignifique, que se vean grandes y poderosas. Lo hacen muy bien. A mí, que las he visto muchas veces, siempre consiguen emocionarme.

Carmen: Lo que ellas hacen es muy potente. Todo el mundo llora con nuestras obras. Remueven al espectador. Es un trabajo muy gratificante porque ves cómo les ayuda. Cuando se vean en la pantalla va a ser inolvidable. Ellas están nerviosas por verse. Pero los testimonios y realidades que narran son muy duros.

Al final el objetivo del proyecto es hacer visible esta realidad para cambiarla. Como en la calle hay menos mujeres que hombres, en los recursos que se destinan a este problema no se suele contemplar la perspectiva de género, pero ellas son mucho más vulnerables y tienen necesidades especiales.

¿Cómo conseguisteis los fondos para hacer el documental?

María: No fue fácil. Buscamos financiación durante dos años. Nos presentamos a subvenciones, hicimos un crowdfunding. Todo lo que se nos ocurrió.  

Al final, entre la colaboración de mucha gente anónima, subvenciones de la Junta de Andalucía y la Diputación de Cádiz, la compra de los derechos de emisión por Canal Sur y la financiación de Triodos Bank, ¡lo conseguimos!

Para terminar, ¿qué función social pensáis que debe tener la cultura?

Carmen: Yo apuesto totalmente por la cultura como motor de transformación social y comunitaria. Cultura no es lo que hacemos en el tiempo libre, sino lo que nos hace libres. Es la única vía que veo para construir un mundo mejor. Es una forma de que nos entendamos y empaticemos entre las personas, de que luchemos por un mismo fin. Una cultura crítica que te haga pensar y reflexionar es imprescindible. Cuestionarse las cosas es lo que te hace evolucionar.

María: Nosotras hemos crecido con cultura y con arte, con música. Y nos ha servido. Hay que apostar por que, desde los cimientos, desde que somos niñas y niños, vivamos la cultura.

Reiniciemos la economía y la cultura

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