La superficie cultivada de viñedos en las principales áreas vitivinícolas del mundo podría reducirse hasta en un 73% de aquí a 2050, según el estudio “Cambio climático, vino y conservación“ de la Universidad de Texas.

De estas previsiones podemos saltar a datos presentes, también significativos. La vendimia se ha vuelto a adelantar en la temporada 2017/2018. En Castilla y León, una de las principales áreas de producción de España, la campaña ha empezado el 1 de agosto. En los últimos 30 años se calcula que la cosecha de la uva se ha anticipado alrededor de 25 días, casi un día por año por causas como las sequías y las subidas de las temperaturas.

La sensibilidad de los viñedos

“Es conocido que la viticultura es muy sensible al clima y los cambios en la producción de vino han servido como indicadores históricos del cambio climático”, apuntan los autores del informe aludiendo a épocas en las que la comunidad científica no monitorizaba el aumento provocado de las temperaturas del planeta. “Los regímenes de temperaturas y humedad son los principales elementos del entorno”, destacan. Ambas características son especialmente sensibles a los efectos que está produciendo el cambio climático y más aún en zonas de influencia mediterránea.

La viticultura es muy sensible al clima y los cambios en la producción de vino han servido como indicadores históricos del cambio climático

“Más allá de la sequía que sufrimos desde mayo, este año la principal anomalía se refiere a las altas temperaturas nocturnas”, explica Francisco Parra, gerente de Parra Family Organic cuando le mencionamos las conclusiones del artículo. “Por las noches ha hecho calor. Eso hace que la vid se bloquee y el desarrollo de la uva también se detenga”, aclara de forma didáctica. En su opinión, para achacarlo al cambio climático hay que comprobar si este fenómeno se convierte en cíclico o se trata de un hecho aislado en el tiempo.

Con los inviernos, la certeza es mayor. “Son más suaves desde hace años. Prácticamente tenemos 10 días de hielos en todo el invierno. En países como Alemania, Francia e Italia se pierden un tercio de las cosechas por este motivo”, precisa Parra. En España también ocurre en ciertas zonas. El frío paraliza la savia por lo que si no hiela en los plazos habituales, la planta cambia el ciclo y brota antes de tiempo con el peligro de encontrarse más expuesta a las temperaturas bajo cero que todavía pueden darse. Y cuando ocurre, la producción se resiente sobremanera.

Parra Family Organic es una bodega situada en Las Mesas, Cuenca, que ha contado con financiación de banca ética. Sus cosechas de uvas, ajos y cereales cuentan con certificación ecológica desde los años 90, lo que implica unas técnicas de cultivo totalmente respetuosas con el medio ambiente. También gestiona el agua de riego de forma eficiente: por goteo planta a planta para minimizar pérdidas o derroches.

Más alto o más al norte para el mismo vino

Ricardo Colmenares, experto en agricultura ecológica y director de la Fundación Triodos, también coincide en sus valoraciones con algunas de las afirmaciones vertidas en el estudio de la Universidad de Texas. “Se está despertando el interés de plantar viñas en el Reino Unido entre otras cosas porque ahora el clima lo permite”, afirma. Al igual que los autores del estudio, Colmenares destaca que los productores, para obtener vinos con las mismas características que hasta el momento, tendrán que cultivar a mayor latitud o a mayor altitud. El objetivo es encontrar los mismos índices de temperatura y de humedad que hace años.

“Todos los estudios indican que las temperaturas medias han subido por el cambio climático, pero eso no significa que haga más calor en todos los sitios. Habrá zonas con temperaturas más altas de lo habitual y otras con más frío. Con la lluvia ocurre lo mismo”, matiza.

Y eso, a la industria del vino le afecta tanto en la producción de la uva como en la elaboración del vino: “Los procesos de crecimiento de la planta se ven modificados, también el de sus frutos, lo que explica el adelanto de las cosechas, y lo mismo ocurre con la fermentación. A los viticultores se les complica obtener caldos con las mismas características de siempre, que es lo que diferencia a sus marcas, y en general se encarece el producto final por nuevos costes de climatización o de regado”, insiste. También alude a la imprevisibilidad que se cierne sobre las producciones futuras.

El director de la Fundación Triodos apunta otro dato que demuestra que en los viñedos, como en el resto de áreas vegetales, algo está cambiando. “Hay una discordancia en el desarrollo de la planta hospedadora, la población de insectos y la de aves. Antes todo estaba sincronizado”.

Triodos Bank y la Agricultura

Parra Family Organic es solo una de las iniciativas vitivinícolas ecológicas que trabajan con Triodos Bank para producir vinos de una forma respetuosa con el medio ambiente. Otros ejemplos son Viña Zangarrón, Albet i Noya, Bodegas Bagordi o Can Torres, que durante un tiempo acogió wwoofers como parte de su compromiso por la divulgación de la vida sostenible.

Estos proyectos forman parte del sector de agricultura ecológica, fundamental para el banco. En 2016, la entidad financió en Europa 33.000 hectáreas de este tipo de cultivos, cuya producción equivale a 32 millones de comidas al año, unas 580 por cada cliente. A finales de año, Triodos Bank tenía en activo una cartera de alrededor de 1.600 iniciativas de agricultura y alimentación ecológicas en el continente.