Ha dirigido clásicos como ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? (1978) o El efecto mariposa (1980), pero sus inicios en la carrera cinematográfica no fueron convencionales. Con ocasión de la presencia de Colomo en el último encuentro anual de empleados de la entidad, al que siempre se invita a clientes para dialogar con ellos, hablamos con él de su forma de entender el cine y la cultura.

Fernando Colomo narra sus aventuras y desventuras como guionista, director y productor de cine de forma muy llana. Opina que “la cultura es lo que nos da la libertad”, pero también recela del “cine apriorísticamente alternativo, útil para el ego del director, pero un aburrimiento para los demás”. Y explica por qué decidió ser cliente de Triodos Bank.

Antes del cine, llegó la Arquitectura…

Sí, he hecho cientos de casas y gracias a eso pude autoproducir cine. También con otros compañeros arquitectos que me ayudaron, aportando pequeñas cantidades. Así hice mi primera película y conseguí entrar en esto.

¿Por qué ese cambio?

Yo siempre quise hacer cine, pero cuando terminé con 17 años lo que entonces era el preuniversitario, para entrar en la Escuela Oficial de Cine en la rama de Dirección tenías que tener 21 años. Aparte de que era muy difícil ingresar.

Y tenía que hacer algo. A mi padre no le iba a contar que me iba a quedar ahí hasta cumplir los 21. Me presionaron mucho para que estudiara una carrera “seria”.

Como se me daba bien el dibujo, pensé en hacer Bellas Artes, que además no tiene Matemáticas (ríe) y luego ya en presentarme a la Escuela de Cine. Entonces me dijeron, ¿te gusta dibujar? Pues arquitecto. Mi hermano mayor acababa de ingresar en Arquitectura también.

Ya en cuarto curso, me presenté a la Escuela de Cine. Quería entrar en la especialidad de Dirección, pero había más de 200 personas apuntadas y en Decoración solamente 7, para 8 plazas. Así que opté a ambas cosas, pero conseguí entrar en Decoración. Empecé de una forma un poco rara.

Luego llegaron todos los palos: guionista, director, productor. ¿Con qué se disfruta más?

Como director, porque estás en el proyecto desde el principio y lo que me gusta es poder generar un proyecto y desarrollarlo.

Yo nunca pensé en ser guionista, porque mis habilidades de pequeño eran más para los aspectos plásticos. Así que pensé, “pues busco a alguien para que me escriba el guión”. Pero luego no encontraba a nadie o lo que me escribían no lo entendía y te das cuenta de que tienes que hacer también de guionista.

Empiezas pidiendo prestado: una cosa aquí, una cosa allí, restos de película de una historia que les haya sobrado… Mi primera película, Tigres de papel, fue una producción muy pequeñita de tres semanas y media de rodaje, muy ensayada para poder abaratar el rodaje, con unos actores muy buenos, con el primer papel protagonista para Carmen Maura.

Si hubiese tenido más facilidades, si hubiese hecho Dirección, podría haber pasado otra cosa. Que nunca hubiese hecho cine, por ejemplo, que es lo que pasó con otros compañeros que se fueron por la rama de Dirección y me decían “yo ya tengo el título, ya vendrá un productor y me llamará”.

Yo aprendí mucho en la escuela metiéndome en clases de Dirección, sobre todo en proyecciones de películas, porque en aquella época era difícil, llegaba poco cine a España. Y, en la Escuela de Cine, ponían 3 o 4 películas diarias. Entraba cuando apagaban las luces, un poco como alumno que se cuela en otras clases. Me decían, “usted no es del curso”, y yo les contaba que era de Decoración pero que me interesaba, y no les importaba.

Decía Goethe que, una vez empiezas, lo más difícil ya está hecho.

Sí, es una cuestión de tozudez y casi de fe, cualquier cosa sobre cine me interesaba.

Había leído todos los libros que se habían publicado, que entonces eran 3 (ríe), tampoco tenía mucho mérito, estaba suscrito a 2 revistas y leí otra de unos amigos. Era una esponja, todo me interesaba.

El primer corto lo había hecho en el colegio cuando tenía 16 años, con una cámara de 8 milímetros, ni siquiera Super 8. No se trata de esperar y decir, cuando tenga 20 o 40 millones haré la película. Si este tiene una cámara y aquel tiene película y conozco a un actor al que convenzo para que lo haga gratis… la primera película está hecha con muy poco dinero.

Cuando construyes una casa, ves un impacto claro en el mundo. Cuando haces cine, ¿también ves este impacto en la gente de alguna manera?

Sí, hay películas de las que te llega un feedback. El cine es arriesgado y, cuando la película va mal, parece que no pasa anda, pero cuando la película va un poco bien recibes impresiones de gente que te dice que le interesó. Y sí que tienes la sensación de que estás aportando algo a este mundo.

A hacer pensar, al menos.

Sí, a motivarles. Mucha gente me ha dicho: esta película me ha ayudado, después de ver esto me he sentido mejor o he comprendido algo y eso es muy bonito.

El cine es cultura pero, al mismo tiempo, también una actividad económica. ¿Cómo entender en el cine conceptos como resultado o rentabilidad?

El cine es industria y es arte. Y hay veces en que solo es industria y otras solamente arte, con películas que al final no se pueden estrenar.

La gente tiene la idea de que el cine es entretenimiento y yo eso también lo tengo asumido. Creo que no se puede aburrir. Si un señor paga una entrada, le tienes que emocionar, le tienes que conmover o lo que sea, pero nunca le puedes aburrir. Está la excusa de que, no es que mi película sea aburrida, sino que tú eres un frívolo o no la has entendido. Pero yo creo que, como sea, al espectador le tienes que captar. Y eso no quiere decir que la película haya que abaratarla, normalmente es al revés. Cuando una historia tiene emoción y la has sabido contar bien, normalmente eso llega a la gente.

Mucha gente me ha dicho: esta película me ha ayudado, después de ver esto me he sentido mejor o he comprendido algo y eso es muy bonito

Otra cosa es el lanzamiento. Tú puedes hacer una película perfectamente comercial, pero si no la lanzas como tal, no lo será. Antes, si una película iba bien en un cine, se podía pasar un año, porque empezaba a funcionar el boca a boca. Hoy hay un sistema de estrenar a la vez muchas películas, con lo cual si no gusta inmediatamente, ya está sentenciada. Para el cine pequeño, si no tienes una gran distribución, la película la retiran en una semana.

¿Qué te parecen las nuevas plataformas de distribución online como Filmin, con más producción europea, y Netflix, que ha empezado a producir algún contenido también en España?

Me gustaría que Filmin creciera más, me parece importante hoy en día, no solo por el cine español sino por el cine en general. Si a ti te interesa el cine y dices, de este director que he oído hablar, voy a ver esa película que me han comentado, me parece bien que puedas entrar y verla. Tienen un catálogo importante. Se tienen que dar más a conocer.

¿Cómo fue la experiencia con La noche que mi madre mató a mi padre, película de 2016 que contó con financiación de Triodos Bank?

Este fue un guión que trabajamos mucho con Inés París, la directora, que tenía la idea. Yo entré más en organizar partiendo de lo que ella tenía. Todas las películas son una experiencia, porque, sobre todo cuando empiezas desde el guión, es como seguir a un hijo, ver cómo va creciendo, se hace mayor, se echa novia, gusta a mucha gente…

Esto del cine tiene una cosa que al principio me costaba mucho entender. Es su eco, para bien y para mal. Yo, que también he hecho mucha publicidad, he visto que un spot es anónimo. Si gusta mucho dices eso lo he hecho yo, y si ves que es una castaña pues cállate (ríe). Una película, y más ahora, te marca.

¿Qué nos aporta la cultura?

Ahora mismo, como no es nada concreto, parece algo casi de lo que podemos prescindir. Pero realmente creo que es fundamental.

En nuestro país pensábamos que, cuando se acabase la dictadura y la censura, llegarían los libros y las películas y la gente automáticamente sería culta. Y resulta que no. Ahora tienes a disposición todo lo que quieres y, desgraciadamente, hay un nivel bajo.

Hay una cosa que me sorprende que es la falta de ambición cultural en algunos jóvenes. La cultura parece considerarse como una cosa aburrida o innecesaria, porque antes necesitas comer, estudiar o incluso hacer deporte.

Pero es que la cultura es lo que nos da la libertad, conocer otras cosas que nos dan un punto de vista, opinar sobre lo que está pasando. Si no tienes cultura, eres mucho más manejable. Ves menos opciones.

Además, te estás perdiendo una cosa estupenda, se hacen películas, libros o pinturas muy interesantes… Ese sentido tan práctico que tenemos a veces es un poco negativo, porque puede hacer que nuestra vida sea más desgraciada, que seamos de alguna forma más esclavos y más pobres, aunque tengamos dinero.

¿Una idea sobre el cine español actual?

Que está muy bien que se haya descubierto que, cuando se promociona adecuadamente, da tanto dinero o más que el americano.

Eso es importante por salir al paso de ese rasgo del carácter español en el que, de repente, decimos que somos los peores. También siempre se decía que la selección de fútbol no valía y luego ganamos el Mundial. Somos de todo o nada.

¿Cómo conociste y por qué te hiciste cliente de Triodos Bank?

Lo vi en una entrevista y al principio no entendía nada. Luego, al oír hablar más, no habría podido imaginar que esto alguien lo podría plantear, por lo de que banca y ética parecen casi dos cosas antagónicas.

Me sorprendió especialmente que el que más cobra en el banco no lo hace más de 9 o 10 veces que el que menos y pensé esta era una muy buena idea.

Cancelé cuentas y tarjetas en otros bancos y me fui a Triodos Bank, que por suerte también lo tenía cerca de casa y me pareció estupendo. Pensé, en lugar de tener los ahorros en bancos donde no sabes qué están haciendo con ellos o sabiendo que estarán haciendo determinados negocios, pues lo tengo aquí para causas mucho más nobles y con las que yo estoy de acuerdo.

Texto: Xavier Hervás Vigueras

Foto: Fernando Colomo en los Premios Goya 2017. Por Rubén Ortega, licencia CC BY-SA 4.0