“De la misma forma que el 99 % de los que tienen un permiso de conducir no conocen el motor del coche que conducen, es posible tener un permiso de conducir nuestros ahorros sin ser economista o analista financiero”, afirma Francisco Álvarez, uno de los principales promotores de la llamada Economía del Bien Común.
La necesidad o no de un mayor conocimiento ciudadano de la economía es un debate candente. En este sentido, Álvarez, exvicepresidente de la Bolsa de París, es también mentor de Okonomia, “Escuela Popular de Economía” que se propone ayudar a los ciudadanos a “adquirir los conocimientos necesarios para apropiarse de sus decisiones en materia económica”.
Impulsada a través de una iniciativa de mecenazgo ciudadano, esta escuela en el barrio valenciano de Benimaclet aborda el manejo de las finanzas domésticas, el consumo responsable o la emprendeduría social con un método de trabajo particular. Los propios alumnos “producen conocimiento” a partir de su experiencia personal y ayudados por “facilitadores” formados previamente en economía y pedagogía.
Buscando respuestas reales a la crisis
“Lo que hoy vivimos es el resultado de la gestión personal de nuestra economía doméstica y de la gestión de aquellos agentes económicos que tienen capacidad de afección sobre nuestras vidas. Si queremos salir de la sensación de impotencia ante el sistema económico lo primero que debemos hacer es construir nuestro conocimiento en esta materia”, explica Raúl Contreras, cofundador de la entidad de innovación social que impulsa Okonomía, Nittúa, cliente de Triodos Bank.
Aprender a usar el dinero desde el colegio
En Reino Unido, las escuelas públicas incluyen cómo utilizar mejor el dineroen dos asignaturas, Matemáticas y Citizenship Education, cursada por adolescentes de entre 11 y 16 años de edad.
“La educación financiera es esencial para equipar a los jóvenes con el conocimiento, las habilidades y la confianza que necesitan para poder administrar su dinero correctamente”, sostiene Tracey Bleakley, directora de Personal Finance Education Group, organización destacada en la campaña a favor de la educación financiera en la escuela, y que también promueve otras herramientas pedagógicas como el juego Ethica, sobre finanzas éticas.
Es la misma idea que defienden otras voces conocedoras del sector financiero y de sus excesos, como la del también británico David Wright, responsable de la Organización Internacional de Comisiones de Valores, el organismo que coordina a nivel internacional las entidades supervisoras de bolsa. “En la escuela se enseñan muchas cosas: gimnasia, manualidades, religión… También deberían explicar qué es el dinero y por qué es importante”, mencionaba como una de las lecciones básicas de esta crisis en una reciente entrevista a El País.
Pero, ¿qué educación financiera?
La perspectiva de Wright sobre cómo debería ser esta mayor educación financiera difiere seguramente de la de personalidades como Arcadi Oliveres, otro de los mentores del proyecto Okonomía. Para el economista y presidente de Justícia y Pau, organización defensora de los derechos humanos, “los actuales modelos mayoritarios de enseñanza de la economía, tanto en las facultades como en las llamadas escuelas de negocios, no parecen querer contradecir los principios de la libre competencia, del lucro, de la maximización del beneficio y del crecimiento insostenible.”
Por su parte, Joan Antoni Melé, miembro del Consejo Asesor de Triodos Bank está convencido de que “lo que falta es cultura financiera ética”, como afirmaba en un reportaje sobre “alfabetización financiera” en el diario Cinco Días. “Conocer qué está haciendo la entidad con mis fondos. ¿Adónde van? ¿Para qué se usan? Cultura financiera es saber que el dinero siempre está activo en el mundo generando una realidad u otra. Entonces debes preguntarte: ¿Cuál es la que quiero ayudar a construir?”, defiende Melé.
Si es cierto que la educación decide el futuro, el resultado del debate sobre la educación financiera puede moldear el mundo en los próximos años. ¿Quiere participar en él?
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