Un joven y una persona mayor, sin parentesco ni relación de amistad previa, deciden vivir juntos, el primero en casa de la segunda. Si esto ocurre, es probable que sea gracias a un programa de homesharing o convivencia en el hogar. Con características propias pero inquietudes similares, funcionan principalmente en España, Estados Unidos, Francia, Bélgica, Alemania, Reino Unido, Japón y Australia. En Madrid, el 25 y 26 de mayo, Solidarios para el Desarrollo y Homeshare Internationalorganizan un congreso sobre este movimiento en el que se reunirán organizaciones, expertos, medios de comunicación, administraciones y, por supuesto, participantes.

“Tener contacto con otras personas y estar rodeada de gente joven, que no se te pegue hablar de cosas que siempre sean de gente mayor. Parece que es difícil convivir con una persona con la que te llevas cincuenta años, pero la experiencia en el programa ha sido muy buena”. La autora de esta reflexión es Marisa, una mujer que ha compartido su casa durante cinco años con estudiantes universitarios. Forma parte del programa Convive, promovido por Solidarios para el Desarrollo, una entidad que trabaja con banca ética, y en el que participan varias universidades de toda España.

“En España viven más de 8 millones de personas mayores de 65 años, de las cuales un 20% viven solas”. Este dato que resalta Convive revela el alcance que tienen este tipo de iniciativas pero, más allá de una cuestión demográfica, ¿cuáles son las razones más habituales que llevan a ambas partes a darse de alta en el proyecto?

Beneficios y condiciones para jóvenes y mayores

Los organizadores del congreso Homeshare destacan que esta forma de convivencia fomenta una vida independiente “con vínculos sociales entre generaciones y culturas”. Compartir casa, además, aporta compañía y seguridad a las personas mayores, refuerza su vida familiar, promueve la solidaridad y favorece el intercambio entre formas diferentes de ver la vida. También están, y no son menos importantes, los motivos económicos: “Compartir hogar aporta una alternativa de vivienda asequible”, indican y ahorro en gasto público dedicado a la salud.

Estas son las ventajas, pero también existen requisitos para que  la convivencia funcione a la perfección, según la Universidad Autónoma de Madrid, que colabora en Convive.

Imágenes de Lolo Vasco y Elena Chebanova.

A grandes rasgos, el joven tiene que compartir un tiempo mínimo con su hospedador y también participar en las actividades acordadas. Además, también debe de estar en casa a una hora por la noche, salvo un día a la semana, y aportar una pequeña cantidad de dinero para gastos de luz, agua y gas. Por supuesto, se hará cargo de su propia manutención. Una característica clave, también, es ser comunicativo y dialogante.

Por su parte, la persona mayor se tiene que valer por sí misma, ofrecer una vivienda en condiciones de habitabilidad e higiene, contar, como es obvio, con una habitación para uso exclusivo del estudiante y no necesitar atención especializada.

Convivencia intergeneracional en el huerto educativo

La convivencia puede construirse a partir de un hogar común, como en el ejemplo anterior. O en actividades concretas en las que todos tienen mucho que dar y que aprender. Una de ellas es, por ejemplo, el trabajo en un huerto escolar ecológico como los fomentados por Fundación Triodos desde Huertos Educativos.

“El huerto se presenta como un espacio donde recuperar o adquirir el ritmo vital propio y con sentido”, explica Ricardo Colmenares, director de la Fundación Triodos. Para él, “el trabajo en un huerto crea comunidad y deviene en elemento de salud y fortalecimiento para esta y para quienes la forman”. Y también se traduce en inclusión, integración y respeto. “El respeto se convierte en interés intergeneracional desde donde reconectarse al mundo”, apunta.

El Col·legi Maristes de Girona es un buen ejemplo de ello. El centro, primer premio en la categoría de Educación Secundaria de los Premios Huertos Educativos 2013-2014, se abrió a las fincas vecinas y fomentó una trasmisión de conocimiento en torno al huerto de mayor a menor: de payeses de cierta edad a alumnos del colegio. “El huerto está concebido como una herramienta interdisciplinar, con una amplia participación de todo el centro educativo de un grupo de abuelos y abuelas en las tareas de organización y realización de actividades”, valoró el jurado a la hora de conceder el galardón.

También el IES Menéndez Pelayo de Getafe, Madrid, cuenta con la experiencia de los mayores para que los más jóvenes aprendan y disfruten en su huerto escolar. El centro, que construirá en breve un “domoaula” de la naturaleza tras conseguir los fondos necesarios en una campaña de microfinanciación, invita a sus actividades entre surcos a jubilados “que colaboran en el mantenimiento del huerto, asesoran al profesorado y alumnado y realizan un trabajo de cooperación intergeneracional muy enriquecedor para todos”. Para los responsables del huerto, las personas mayores que han cooperado en su mantenimiento “han sabido transmitir unos valores humanos de inestimable valor a la comunidad educativa gracias a su sabiduría y buen hacer”.

Actividades en el aula con jóvenes y mayores

Y si no hay huerto, con la propia palabra puede bastar. Así lo pensaron en el CEIP Baltasar de Alcázar de Sevilla cuando organizaron charlas entre sus alumnos y personas mayores de la Unidad de Estancia Diurna (UED) Bienestar de la misma ciudad. En concreto, las conversaciones versaron en torno a la Guerra Civil y los años de la posguerra. Los estudiantes conocieron los testimonios directos de supervivientes de aquellos años. En este caso, el intercambio generacional se convirtió en una clase maestra de historia viva.

Existe un número infinito de maneras de compartir experiencias entre personas de distintas generaciones. ¿Conoce otros proyectos que lo fomenten? Puede contarlo en el área de comentarios.

TRIODOS BANK Y LAS PERSONAS MAYORES

A lo largo de 2016, 35.000 personas mayores se beneficiaron de proyectos financiados por Triodos Bank en Europa. En total, 422 residencias contaron con el banco como entidad financiera, lo que equivale a 19 días de cuidado a personas mayores por cada cliente.