Desde 2015, un puente une en Barcelona las orillas entre las empresas con excedentes de comida y las familias que no tienen cubiertas sus necesidades nutricionales básicas. El Pont Alimentari (puente alimentario en catalán) es un proyecto promovido por la Fundació Prevenció de Residus y la Fundació Banc de Recursos que pone en contacto ambas realidades, lucha para que no se produzca este tipo de excedencia y trabaja para que, si ocurre, sea bien aprovechada. En un año de funcionamiento ha repartido aproximadamente 2.700 raciones de platos cocinados y 4.000 kilos de alimentos frescos.

“¡Un tercio de la comida que producimos, la desechamos!”, exclama Marta Beltrán, coordinadora de Campañas de la Fundació Prevenció de Residus, que ayuda a contextualizar la gravedad de la situación: “La comida apta para el consumo es uno de los recursos planetarios que más derrochamos”. En España, esto se traduce en 2,9 toneladas de alimentos desperdiciados al año, solo en los hogares, según un estudio de la Asociación de Empresas de Gran Consumo (AECOC).

Aunque esta iniciativa actúa de manera local, Barcelona desde el comienzo y otras zonas de Cataluña ahora, el problema es “complejo y global” y se nutre de un modelo de producción y de consumo insostenible con consecuencias extremadamente graves.

Alrededor de 795 millones de personas en el mundo no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa, dicen los informes del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas. En España, una encuesta realizada en plena crisis económica por Oxfam Intermon revelaba que el 5% de la población se hallaba en una situación similar.

“En el campo se descartan frutas y verduras con alto valor nutricional simplemente porque no cumplen con los estándares impuestos por el mercado, como el color, la forma o el tamaño”, ejemplifica Beltrán. También alude a otro fenómeno, el de la globalización, que hace que se obvie la producción local para transportar alimentos de otros continentes, lo que provoca, entre otras cosas, que se estropeen muchos por el camino.

Medidas que hagan innecesarios a proyectos como este

“La solución pasa por implantar medidas en todos los sectores implicados”, advierte la responsable. El reto para la sociedad es, pues, que los productores, distribuidores, la restauración, los comercios y los hogares modifiquen su funcionamiento y hábitos de consumo para que proyectos como Pont Alimentari, con financiación de Triodos Bank, dejen de ser necesarios. ¿Y cómo se mide esto en la escala del éxito? “Lo ideal es minimizar los excedentes, especialmente aquellos que no son aprovechables por motivos de seguridad alimentaria, y canalizar los que sean inevitables”, responde la coordinadora con seguridad.

En este punto entra en juego también la legislación. “Francia ha prohibido por ley a los supermercados desperdiciar comida sobrante”, indica. En Pont Alimentari hablan además con esperanza de paquete de medidas que la Comisión Europea aprobó en diciembre del 2015 en torno a la economía circular. El objetivo que marcan es reducir a la mitad el desperdicio de alimentos como muy tarde, en 2030.

Las entidades sociales retiran los excedentes cocinados para entregárselos a familias con necesidades alimentarias por cubrir.

Puente alimentario: menos derroche, más solidaridad

El proyecto Pont Alimentari trabaja mano a mano con empresas de restauración y establecimientos donde se comercializan alimentos que quieren reducir su derroche alimentario, y también con entidades sociales y población en general que ven en esta comida sobrante una oportunidad para los más desfavorecidos.

Los beneficios que emanan de este proyecto contribuyen a mitigar una triple problemática: económica, ya que no siempre se piensa en ello, pero para las empresas, el derroche de alimentos genera coste; ambiental, al producir menos basura y contaminación; y, por supuesto social, ya que una parte de la población encuentra dificultades a la hora de nutrirse adecuadamente.

Para alcanzarlos, Pont Alimentari promueve que las compañías implanten prácticas de prevención para evitar el derroche de comida a la vez que fomenta cambios en el comportamiento de su personal y sus clientes.

Cuando el sobrante resulta inevitable, se inicia la canalización de los excedentes mediante un proceso muy engranado. La logística que ha desarrollado junto a las organizaciones con las coopera permite a este proyecto aprovechar al máximo los sobrantes de comida cocinada, racionarla, introducirla en recipientes adecuados, transportarla y entregarla siguiendo, en todo momento, un estricto protocolo de seguridad alimentaria.

“La iniciativa comunica empresas donantes con entidades sociales receptoras de alimentos para dar respuesta a una necesidad social”. Se construye un puente entre colaboradores y se crean redes locales y de proximidad. “Buscamos soluciones flexibles para adaptarnos a las necesidades cambiantes de empresas y entidades para que la colaboración sea sencilla y beneficiosa para todos”, aclara Beltrán.

¿Y si repartimos mejor los alimentos?

“Nuestro planeta genera suficientes alimentos para nutrir a toda la población mundial y es necesario una distribución equitativa y digna”. La vía para conseguirlo pasa por, según la responsable, “no generar excedentes por sistema y al mismo tiempo, garantizar las necesidades alimentarias a través de políticas sociales”. Esta es la “solución con sentido común”, pero cuando es imposible su consecución al 100%, una idea es levantar un puente alimentario en el que los desechos que entran se conviertan en oportunidades al salir.

Pont Alimentari ha contado con financiación de Triodos Bank. En el año 2015, la entidad mantenía 72 millones de euros invertidos en proyectos sociales como este en España. Conozca más, en la web de Triodos Bank, sobre el trabajo de la banca con valores en el sector social.